¿Patética yo?: ¡Tu puta madre!

"Él se lo pierde". Siempre me hizo gracia esa frase cuando se emplea para intentar calmar la ansiedad causada por el desamor. Al llegar a la madurez dejaron de gustarme las lentejas y, a día de hoy, no siento que me haya perdido nada por no comerlas, como tampoco creo que el imbécil de Antonio Gavilán sintiera que perdía nada cuando me dejó. ¡Maldito calvo! Seamos realistas: Todos, incluso aquellos que aparentan felicidad, se han enfrentado en algún momento de su vida con la desilusión de un presente que no se parece en nada a lo que tenían planeado. Tras el desafortunado encuentro con Antonio, caí en una espiral de continuas decepciones que no podía permitir que interfiriesen en mi trabajo. No hasta que encontrase al asesino de la joven Ana López. Lo que comenzó de manera rutinaria acabó por convertirse en uno de los casos más importantes a los que me había enfrentado a lo largo de mi trayectoria como inspectora. Mi nombre es Ángela Sánchez y para mi la vida es maravillosamente imperfecta de modo que si lo que esperas encontrar aquí es una historia de brillantes policías con un gran final romántico, esta no es tu novela.